“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo.”

Lejos de estar trillada, esta célebre frase de Benjamin Franklin nos recuerda algo muy elemental y a veces olvidado en educación: si nuestros educandos no son protagonistas de su propio proceso de aprendizaje, entonces poco (o nada) aprenderán. En este sentido, las TIC se presentan como una excelente oportunidad para que nuestros alumnos no solo se involucren, sino para que potencien su trabajo al ser parte de una comunidad de aprendizaje caracterizada por las nuevas tecnologías.

Como vimos en la primera clase de esta capacitación, las TIC nos permiten incrementar los espacios de diálogo, participación y colaboración, convirtiéndose así en un recurso indiscutible a la hora de enriquecer nuestras propuestas pedagógicas y, de esta manera, mejorar las trayectorias escolares de nuestros alumnos. Sin embargo, si esas propuestas no enfatizan la construcción de conocimiento y el llamado “aprendizaje situado”, si solo se utilizan en nuestra labor para “adornar” las clases, enfatizando lo tecnológico pero con ninguna finalidad pedagógica y disciplinar, entonces de nada servirán.

En nuestra Ciudad, cuando encontramos alumnos apáticos hacia el uso de las netbooks, cabría entonces preguntarnos: ¿estamos explotando todo el potencial de las TIC que disponemos? ¿son nuestras propuestas verdaderos disparadores de un aprendizaje con uso de TIC genuino? Si bien son varios los factores que a veces dificultan su implementación, como educadores no debemos quedarnos inmóviles. Recordemos que un verdadero docente profesional es aquel que reflexiona sobre su tarea...